jueves, 3 de abril de 2014

Chica nueva en la oficina



Después de un tiempo vuelvo por estos lares para contaros que cumplo mi primer año en la RNCD de Dindefelo, en mi querido valle de Nandoumary, un añazo, qué año!Durante este tiemo pasé por varios estados, y poniéndome gafas de científico, podría decir que por tres estados: Sólido, líquido y gas:

Sólido antes de llegar a la RNCD, en la preparación del viaje, seguro de lo que quería, con muchas expectativas y sueños por cumplir.

Líquido el día anterior a volar y algunos días después de llegar, gotitas de sudor que recorren la espalda y el sueño que llega, está ahí; "cuidado con lo que sueñas, podría cumplirse" 

Gas, en una nube, y no me refiero a anuncios cursis de higiene femenina. Me refiero a un estado cambiante de felicidad/angustia/tranquilidad/impotencia, un poco todo a la vez.


Después de mi llegó mucha más gente, gente que ya se ha ido y gente que puede que se quede más que yo, compañeros en busca de su sitio, o aventura o experiencia vital, los veo y sé que pasarán por los mismos estados que yo y antes de mi muchos otros. De una manera u otra no somos tan diferentes y las respuestas a circunstancias cambiantes suelen ser las mismas. Algunas conversaciones se repiten, la comida es un clásico, la enfermedades y el calor. Entre los 4 compañeros nuevos que llegaron, María, buena amiga, compañera de facultad y voluntaria en ESF. El único Dios que escucha mis plegarias (Bob Marley) al fin me había enviado una compañera de departamento, alguien para ayudar a mantener la biodiversidad, evitar deforestación y ayudar a los locales a desarrollar cultivos más eficientes. Puede que mi insistencia e historias sobre África influyeran algo en que María esté aquí, pero no quiero quitarle mérito a Bob. Ni siquiera Bob me ha enviado el ansiado agrónomo, pero eso es otra historia.

Veo a María con los mismos ojos desorbitados que me inundaban la cara, las expresiones de sorpresa, de alegría de rechazo y de felicidad. Todos los que estamos aquí mamamos del pecho de la cómoda civilización occidental, vivir sin televisión, sin conexión a internet, sin bebidas frías, sin el amplio surtido de comida, pequeños y grandes lujos que nos ofrecen las infinitas cadenas de supermercados. La adaptación es dura y radicalmente progresiva, a trompicones. Estás en Dakar, con el aire acondicionado de un albergue/hostel/hotel cualquiera y en 12 horas pasas por un 405 destartalado que amenaza continuamente con caerse a piezas, llegas a Kedougou a 10 grados más que Dakar y después a Dindefelo por lo que al principio crees que es un largo y estrecho campo de cultivo hasta que te das cuenta de que es una carretera…

Por el largo camino que lleva de Dakar a Dindefelo y el aún más largo camino mental que lleva de la locura de occidente a la tranquilidad de la RNCD Dindefelo, pasas por infinidad de momentos que compensan las incomodidades y es por eso que estamos aquí,  es por eso que María está aquí, es por eso que el equipo crece, gracias Bob, para lo siguiente, envíame un agrónomo también.