sábado, 13 de abril de 2013

Lost

Quería seguir con una línea de presentar el país, comida, agua, gente…pero esta semana la actualidad se impone y me ha pasado un poco de todo. Os cuento: Me he quedado yo solo en el site de investigación que tengo asignado, el camino entre Nandoumary y Dindefelo que solía hacer con mi compañero Manu, me tocó hacerlo yo solo…sí amigos, el camino comienza con una dura subida hasta el plateau, sorteando piedras y ahora sí (que estoy en mejor forma) por fin puedo adelantar a las sesentonas cargadas como mulas de mina. El camino por el plateau es sencillo, plano y casi siempre en la misma dirección pero el camino desaparece entre afloraciones de laterita (una roca naranja de hierro) con lo cual perderse es bastante sencillo. Para complicar más las cosas salí de Dindefelo demasiado tarde y se hizo de noche a falta de media hora para llegar mi casa, apretando el paso, fustigado por el látigo de miles de años de miedos atávicos a depredadores nocturnos, por un hambre incipiente y por la consciencia de que no sería capaz de llegar a mi destino con una luz menguada y menguante; apenas un destello de una estrella lejana. Comencé a pensar cosas absurdas “se puede dormir encima de un árbol” o “podré hacer fuego con esas ramas” en medio de esto pensamientos cayó la noche, apreté el paso hasta empezar a sentir un dolor agudo en los gemelos, no importaba, el río de adrenalina que inundaba mi cerebro podría haberme hecho volar en cualquier momento si fuese necesario. Mantuve la tranquilidad porque era consciente de que iba caminando por el camino adecuado, camino adecuado?, seguro? De noche las referencias se pierden y las sombras que formaba la magra linterna que amablemente Paula me había dejado no me ayudaban a centrarme, 10 minutos sin mirar la brújula bastaron para darme cuenta de la realidad, ese camino no era el que me llevaría sano  salvo a mi casa. Perdido, sip, en una noche sin luna las estrellas se reían de mí. Reuní el poco valor que tengo y pensé que si me ponía nervioso mis posibilidades de encontrar el camino a casa bajarían. Dar la vuelta?Lo descarté enseguida, donde coger otro camino?Hasta donde caminar de vuelta?Ya cansado, empecé a no pensar con claridad, apreté absurdamente más aún el paso y llegué a un claro del bosque donde se perdía el camino, ojiplático, seguí recto hasta toparme con maleza que me impedía seguir caminando, se acababa el camino?En ese momento fui consciente de lo perdido que estaba, ni idea de la distancia ni de cuanto tiempo había caminado en la oscuridad.Dí un pequeño grito de impotencia, pero volvía a hacer una pequeña conjura; si entraba en pánico, me quedaría a dormir en el bosque entre savanas del plateau…Tenía suficiente ropa para hacerme una cama?Hago fuego?Ese ruido es de un león? Estos pensamientos aupados por el miedo se vieron apagados por una LUZ una luz de fuego salvadora, si hay fuego, hay gente. Siguiendo la línea de la maleza encontré la continuación del camino, apreté dientes, me ajusté mi inseparable mochila roja y me dí de bruces con un cerrado de una finca. Anduve hasta encontrar la choza con fuego. Llegué con la cara desencajada del esfuerzo, tanto, que la señora que abrió la puerta del kerenten, me ofreció agua con gesto entre asustada y sorprendida. Un tubab a esas horas!!Pues como en las películas de Hollywood su marido después de preguntar por la dirección de mi familia, me miró fijamente sin responder y con un leve movimiento de dedo señaló un grupo de chozas en el otro lado de la vertiente, 30 metros, a 30 metros de mi casa estuvo a punto de entrarme el pánico. Toda la carga de la mochila y de pensamientos oscuros se desvaneció como flores en otoño, me sentí ridículo, pero en casa, en mi casa. Se puede estar mejor?